Alcalalí es un museo al aire libre.
Los elementos urbanos, por cotidianos suelen pasar desapercibidos, aunque atesoran y representan conocimientos de nuestra cultura.
Las fachadas son la cara de la casa, aquello que todos ven. Un picaporte, evidentemente, es un elemento que sirve para indicar que se quiere entrar en la casa. Aunque también indica por ejemplo, que los residentes tienen recursos para seguir los estilos artísticos que dicta cada época. Por tanto, un picaporte es patrimonio.
Gran parte de estos elementos están fabricados con hierro, material tan versátil que ha permitido hacer una diferenciación interna entre los especialistas que lo trabajan. Está el herrador, el herrero, el calderero, o el cerrajero. Junto a los picapedreros y los carpinteros, han conseguido que personalizar la parte visible de la casa sea un arte.
Guarda-cantones y pilones: bienes que son patrimonio local.
Los guarda-cantones, jambas y los pilones, son elementos que conforman el patrimonio de Alcalalí. Estos elementos son resultado del trabajo de los picapedreros. Había partes de la casa que era conveniente hacerlas con piedra para obtener mayor resistencia. Los guarda-cantones, se sitúan en las casas que hacen esquina. La función de dichas piedras era proteger las paredes de las casas cuando los carros girasen, sobretodo en calles estrechas como Calle del Mig en la esquina con la Calle Mayor.
Las piedras colocadas en los extremos inferiores de las puertas pretendían evitar que el carro rompiese las jambas al entrar en la casa. En muchos lugares se completaban con una pieza larga de piedra que se colocaba en la base de la puerta con dos ranuras para dirigir la entrada del vehículo al interior de la casa y evitar los desplazamientos laterales. La necesidad de hacer entrar el carro por la puerta principal es típica de las casas de labradores ubicadas en el núcleo urbano. La poca disponibilidad de suelo en estos casos impedía que se construyesen entradas independientes, las cuales eran únicamente posibles si la casa daba a dos calles. Esta circunstancia ha terminado la estructura de las construcciones, obligadas a dejar un pasillo ancho que llegase hasta el corral. Alrededor de dicho pasillo se distribuían las habitaciones.
Estas piedras son el único elemento que ha perdido su función con el paso del tiempo, consecuencia directa de la desaparición de los carros y la vida del mundo rural. Hoy en día representan una parte esencial del patrimonio local.
Canalones y anillas
Los canalones tienen la función de proteger la casa de la erosión del agua. Las casas presentan sistemas que evitan la acumulación del agua: las vertientes. El agua se recoge en un alero y desde allí se conduce a la calle mediante los canales de hierro. De esta forma se evita que resbale por la fachada.
Los canalones están hechos normalmente de varias piezas empalmadas, siendo la más cercana a la calle la que tenía un acabado más cuidado: suele estar pintado y en la boca superior incorpora una marca de fundición, o figuras en relieve. Es muy común encontrar caras de ángel y de niño en este elemento urbano.
Las anillas aparecen enganchadas en las fachadas de las casas. Su función era la de sujetar al macho (generalmente se utilizaban burros) mientras se cargaban alimentos u objetos a transportar en los capazos que el animal acarreaba en la espalda. Este pequeño elemento patrimonial puede encontrarse en varias casas del pueblo.
Cerraduras
Cerraduras y pestillos: las llaves de hierro se introducen en la cerradura, al girar la llave se desbloquea el cerrojo, pero para poder acceder al domicilio también es necesario girar el pestillo para levantar la barra de hierro que bloquea la puerta por la parta interior.
Picaportes
Picaportes de anilla, Art Decó, modernistas y eclécticos. La simbología varía mucho, se utilizan símbolos de bestiarios animales, símbolos que eluden a la mitología griega, otros relacionados con creencias ancestrales… Un símbolo muy común y utilizado es la mano. Aunque existen diversas interpretaciones, la más extendida es la que relaciona esta figura con la cultura árabe. El patrimonio de Alcalalí está claramente ligado a la tradición árabe tan arraigada en estas tierras. La mano que llama a las puertas puede tratarse de una evolución de la mano de Fátima. La mano era y es utilizada como repelente de la mala suerte y protectora del hogar.
Esta información ha sido extraída del libro «Elements urbans de la Marina Alta. Amb mirada curta» editado por la Mancomunitat Cultural de la Marina Alta. Todas las fotografías han sido tomadas en Alcalalí.
La ruta de los miradores de Alcalalí comprende tres lugares en los que descubrirás las mejores vistas de la zona:
Mirador de la Vall de Pop: se encuentra en lo alto de la Torre Medieval; desde aquí contemplarás las montañas, el casco urbano y los municipios cercanos, como Parcent y Jalón.
Mirador del Ravalet: en él verás los antiguos campos de cultivo, la balsa de la Comunidad de Regantes y los muros de piedra utilizados desde antaño para contener la tierra. Está situado al final de la Calle Ravalet.
Mirador del Terrer: puedes sentarte en uno de los bancos del parque donde se ubica este mirador y disfrutar de la combinación armónica de la naturaleza y las construcciones humanas. El mirador se localiza al final de la Calle Forn.
Mirador de Cocó Garbell: subir hasta aquí y observar la panorámica de Alcalalí no tiene precio. Para llegar puedes consultar el mapa con las indicaciones desde el Museo Etnológico:
El municipio cuenta con importantes recursos patrimoniales que podrás descubrir recorriendo la ruta del casco urbano de Alcalalí.
El inicio del itinerario se encuentra en el centro del municipio, concretamente en la Casa Abadía de la plaza del Ayuntamiento, donde también verás la Torre Medieval construida entre los siglos XIV y XV y el Palacio – Residencia Señorial de los Barones de Alcalalí: los Ruiz de Lihori.
Continuando por la Calle Major llegamos a la Calle Calvari y subimos por la Calle Valent. En estas calles estrechas encontramos las típicas casas de pueblo, con inmensos pórticos de entrada y bonitos patios interiores.
Al final de la Calle Valent encontramos el Centro Cívico rodeado del Parc de la Creu. Desde esta situación podemos observar el monte Seguili y multitud de bancales dedicados al cultivo de almendros, naranjos y viñedos. El parque cuenta con equipamiento para el ocio de los más pequeños.
Continuando el paseo seguimos por la Calle Sequeret y la Calle Parres. En esta calle encontramos el Colegio Público Mosquera y el Aula de Cultura. Las casas siguen guardando la estructura típica de las fachadas de piedra y, en algunas de ellas, encontramos detalles de arquitectura árabe.
La Calle Parres finaliza en la Plaçeta Nova. Esta Plaza se abrió en 1950; años más tarde se erigió en ella un monumento de piedra y bronce dedicado a la Santísima Virgen del Calvario (Patrona de Alcalalí).
Dejando atrás la plaza recorremos la Calle Solo y llegamos a la Calle Porche. Aquí se ubica la antigua almazara que alberga el Museo Etnológico, que explica el proceso de elaboración del aceite y el vino.
La ruta del casco urbano de Alcalalí termina en la Calle Ravalet. Su nombre proviene del diminutivo valenciano del árabe ar-rabat, que significa «grupo de casas situado al extremo de la población«. Desde aquí podemos contemplar las magníficas vistas del Valle de Pop, el Coll de Rates, los bancales, el Carrascal de Parcent y el curso del río Gorgos.
La primera iglesia católica construida en Alcalalí data de 1577. Posteriormente, en 1582 se construyó la segunda iglesia y, entre los años 1768 y 1808, la Iglesia Parroquial de la Natividad de Nuestra Señora. Ésta quedó destruida en gran parte durante la Guerra Civil. Muchos vecinos ocultaron en sus casas objetos de valor que fueron devueltos al final de la contienda. En 1961 finalizaron las obras de reconstrucción.
La Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora contiene imágenes de importante valor histórico – artístico, como la imagen del Cristo de la Salud. También puede visitarse el Museo Parroquial de San Juan de la Ribera en el que se muestran casullas antiguas, pinturas, esculturas, orfebrería, ropajes de la familia Lihori, y entre otros objetos de interés, una biblioteca con la historia de la iglesia.
La ermita de la Virgen del Calvario, también llamada Emita del Calvari, está situada en la ladera de la partida de la Solana. La ermita es el final de un Vía Crucis cuyas capillas bordean el llamado «Passeig de l’Ermita». Las catorce capillas que lo componen fueron labradas en grandes bloques de piedra caliza diseñadas por el párroco Juan Bautista Serer, natural y vecino de Alcalalí.
Anteriormente el municipio disponía de su Vía Crucis en la Calle del Calvario, cuyas estaciones estaban representadas por una pequeña cruz y unas mayólicas adosadas a la pared. Al finalizar la construcción del Vía Crucis en el Passeig de l’Ermita, se decidió construir en su remate una capilla a la Santísima Virgen, llevada a cabo por el trabajo voluntario de los vecinos de Alcalalí, que contribuyeron a su construcción dinamitando rocas, con trabajos de carpintería, pintura y albañilería entre otros. Las obras de construcción de la Ermita del Calvari finalizaron en 1954.
La Ermita del Calvari comprende templo y una sacristía presidida por la estatua del Santísimo Cristo de la Sed, creación de Francisco Navarro Soriano. También hay una escultura de la Virgen del Calvario creada por el escultor valenciano Vicente Rodilla Zanón; dicha obra obtuvo el primer premio en la Exposición Regional de Artesanía, en diciembre de 1952.
Cada año, en torno al 7 de marzo, se celebra la eucaristía en el exterior a las 17.00 horas para conmemorar la llegada de la Virgen a la Ermita. Al finalizar ésta, los niños le ofrecen poesías a la virgen.
A continuación transcribimos un canto popular dirigido a la Virgen:
«Desde lo alto del calvario sois nuestra estrella, cuanto más te miramos, más pura y bella. Y Alcalalí, solo un corazón canta a su madre, himnos de amor».
El Museo Parroquial de San Juan de la Ribera se encuentra en la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de Alcalalí. Alberga casullas antiguas, exposiciones de pinturas, esculturas, orfebrería, ropajes de la familia Lihori, y entre otros objetos de interés, una biblioteca con la historia de la iglesia.
Es necesario concertar cita previa llamando al teléfono 96 648 00 43 o al 622 332 446 (D. Antonio)
La partida rural Mosquera tiene su origen en una alquería morisca que tenía ese mismo nombre. En 1577 el poblado llegó a contar con treinta casas, varios riuraus, una era, una tahona (molino de harina), el horno de pan cocer, una almazara y diversas infraestructuras agrícolas e hidráulicas, como un pozo y una noria.
Ese mismo año, Juan de Ribera erigió la ermita de Sant Joan de Mosquera y escogió como patrono a San Juan el Precursor, un santo de fácil aceptación para quienes renunciaban a la ley coránica y aceptaban el cristianismo. La imagen de «Sant Joanet», como se le conoce popularmente en Alcalalí, fue labrada en Valencia por Luis Gilabert Ponce a finales del siglo XIX. La importancia de este Santo para Mosquera se pone de relieve en la siguiente canción tradicional:
San Antonio está en Benissa,
Santo Domingo, en Jalón;
San Juan está en Mosquera,
Jesús Pobre bajo el Montgó.
La ermita de Sant Joan de Mosquera alcanzó tanta popularidad que en la festividad del 24 de junio venían a Mosquera vecinos de todos los pueblos de la comarca de La Marina con motivo del «Porrat de San Joan» que se organizaba anualmente. Este «Porrat» empezó en la época morisca y, después de la expulsión de éstos, continuó celebrándose por los nuevos repobladores de Alcalalí. Esta feria ganó mucho renombre durante el siglo XVIII, y visitantes y feriantes de toda la comarca se reunían año tras año, hasta finales del siglo XIX, cuando fue trasladado definitivamente a Alcalalí.
En 1740, el Barón de Alcalalí estableció toda una serie de medidas para regular la celebración de la festividad y encomendó su aplicación al rector y a dos concejales de Alcalalí, que eran los encargados de seleccionar a los feriantes, de cobrar la tasa de cada parada y finalmente, de destinar la recaudación a la reparación y mantenimiento de la ermita de Sant Joan. Pero, poco a poco el «Porrat» fue perdiendo importancia.
Los habitantes de Alcalalí y de la Vall de Pop fueron víctimas de ataques de piratas y bandoleros que entraban a estas tierras por el monte «Coll de Rates». A finales del siglo XIV y principios del XV Mosen Pedro de Castellví, soberano de Alcalalí y Jalón, y su esposa Yolanda Pardo, mandaron construir una torre sobre la colina de Alcalalí: sus funciones eran la vigilancia y último refugio en caso de invasión.
Más adelante, en 1599, Don Eiximen Ruiz de Lihory y Pertusa compró Alcalalí con todos los derechos otorgados y mandó construir una residencia palaciega, conectada a la Torre Medieval mediante un puente levadizo. La familia Ruiz de Lihory gobernó en Alcalalí hasta 1837, fecha en la que, por orden de la Reina Mª Cristina, los regímenes señoriales fueron abolidos.
Durante muchos años la Torre ha sido la construcción más alta del municipio, hasta que en el siglo XVIII los barones mandaron construir la Iglesia, situada enfrente de la Torre y el palacio residencial.
Afortunadamente a día de hoy, la Torre y la Iglesia (siglo XVIII) siguen siendo las construcciones más altas del municipio. Alcalalí mantiene esa esencia de pueblo con encanto, sin edificios modernos.
Durante los años siguientes, tanto la Torre como el Palacio pasaron a manos de distintos propietarios privados, siendo en 1900 cuando el Palacio y la Torre se convierten en viviendas particulares. En 1992 la Torre Medieval fue adquirida por el Ayuntamiento de Alcalalí.
Tres años más tarde, con la ayuda de la Diputación de Alicante, se procedió a restaurar por completo la Torre y se colocó un ascensor. La obra en la última planta consistió en fijar una estructura de hierro y cristal que permitió restablecer la función de mirador: ahora pueden contemplarse magníficas vistas panorámicas de la Vall de Pop.
La estructura original de la Torre, que aún se conserva, se dividía en cinco plantas:
• Planta baja: Cárcel y, más tarde, almacén de mercancías
• Primera planta: Salón de los señores
• Segunda planta: Dormitorio de los señores
• Tercera planta: Alojamiento para los criados y defensores
• Cuarta planta: Plataforma de vigía
Lo más llamativo de la Torre Medieval son los graffitis y grabados que encontramos en la segunda y la tercera planta: fueron realizados entre los siglos XVI, XVII y XVIII, y nos permiten conocer con mayor profundidad los hábitos y las costumbres de las gentes que habitaron la antigua Alcalalí.
La estructura actual de la Torre ha quedado dividida con las siguientes características:
• Planta baja: Recepción con ascensor
• Primera planta: Museo
• Segunda planta: Museo
• Tercera planta: Graffitis y grabados
• Cuarta planta: baño y acceso al mirador
• Quinta planta: mirador panorámico Vall de Pop
Información para visitar la Torre Medieval
Audioguías:
(Debido a que en la torre la recepción de señal se ve debilitada se recomienda acercarse a las ventanas o paredes)
Exterior
Planta Baja
Primera Planta
Segunda Planta
Tercera Planta
Cuarta Planta
Mirador
Background Music:
Title: Fortress
Artist: P C III
Source: www.pipechoir.com
License: Creative Commons Attribution 4.0 International License
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En Alcalalí, como en la mayoría de los municipios del interior de la comarca de la Marina Alta, la actividad económica predominante ha sido durante años la derivada del sector primario. En Alcalalí, especialmente, los cultivos básicos fueron la almendra, la vid y el olivo. Para la transformación de estos cultivos se abrieron al público las almazaras.
La más importante, por su grado de actividad fue la Almazara propiedad de la Cooperativa Agrícola de San José, que se puso en funcionamiento a finales de la década de los 50. Se encontraba situada en la calle Porche, nº 33, de Alcalalí, y a ella acudían los agricultores del municipio y de los pueblos vecinos para transformar la uva y la aceituna en vino y aceite.
La Almazara quedó sin actividad y se cerró en 1998, aunque en su interior se conservó toda la maquinaria necesaria para el desarrollo de las actividades que se ejercían en el mismo. El Ayuntamiento rehabilitó el edificio y la maquinaria existente, convirtiéndolo en Museo Etnológico; además, se encuentra adherido a la Ruta del Vino de Alicante.
Los visitantes pueden conocer el proceso de transformación de la uva y la aceituna en vino y aceite a través de folletos explicativos en diversos idiomas (valenciano, castellano, inglés y alemán) y pueden ver las máquinas con las que se trabajaba, como la báscula, la prensadora y la gronza.
El museo se halla temporalmente cerrado al público.